domingo, 13 de enero de 2013

90 años

Comparado con los más que centenarios clubes ingleses, que un equipo de fútbol cumpla 90 años puede no parecer mucho a primera vista. Pero no dejan de ser nada menos que tres generaciones (y pico) de ilusiones, cabreos, alegrías y lloros compartidos y transmitidos de padres a hijos, que, a fin de cuentas, es de lo que se trata el fútbol.  Y tampoco está nada mal presumir de nueve décadas de continuidad en estos días de zozobra económica de muchos clubes y leyes concursales. Así que el pasado 10 de enero fue un día de celebración para la afición del Elche CF, que veía cómo su equipo alcanzaba ese día una edad redonda más que respetable.

En realidad, más que el nacimiento, lo que conmemoramos este jueves ha sido algo así como el día de su bautizo, de su registro, ya que fue el 10 de enero de 1923 cuando quedó inscrito oficialmente en la Federación Valenciana de Fútbol. El club, técnicamente, había nacido medio año antes, en el verano de 1922 y tampoco suponía la primera expresión futbolística de la ciudad, ya que nuestro equipo nació de la unión de varias agrupaciones de larga trayectoria, como el Illice o el Gimnástica de Elche. Tampoco llegaría al mundo como franjiverde, sino de blanco inmaculado: sería años más tarde, con la llegada del primer técnico extranjero, que se adoptaría el que hoy es el símbolo más reconocido de la camiseta. El checo Anton Fivber, que también entrenaría al Valencia y al Torino, pensó que ya había demasiados equipos blancos y, para poder diferenciar a los suyos, decidió añadir la línea verde.

Más allá de estas anécdotas, estos 90 años nos han dejado una historia agridulce, en la que se han alternado los malos momentos y otros, tan buenos, que nadie habría imaginado. El club parecía condenado, a la llegada de los años 50, a su desaparición tras descender a Tercera, pero los propios jugadores se hicieron cargo de la gestión del equipo como Cooperativa: el equipo se estabilizó y el fichaje del exbarcelonista César como jugador-entrenador supondría el ascenso consecutivo a Segunda y a Primera. En la máxima categoría se demostraría como un equipo sorprendente, capaz de alcanzar la quinta posición en la temporada 1963/1964 y de llegar a la final de la Copa del Generalísimo en 1969 (para perderla ante el Athletic). Nombres de aquel momento en la cumbre, como el portero Pazos, el paraguayo Juan Ángel Romero, Iborra, Marcial, Lico..., siguen sonando todavía en la ciudad.

El equipo descendería en 1971, tras salvarse in extremis la temporada anterior. Pero sólo necesitaría un par de años para volver a Primera y disfrutar de ella durante cinco temporadas consecutivas. Será también en aquellos años, en 1976, cuando el club abandone el viejo Altabix, donde había construido su leyenda de pequeño gran equipo, y se traslade al muchísimo mayor Martínez Valero. Desgraciadamente, el cambio de casa no vino acompañado de días mejores: tras perder en un fatídico encuentro ante el Cádiz que podía valer un ascenso, el equipo regresó a Primera en 1984, para volver a descender, para tener finalmente un fugaz paso por la máxima categoría en 1987. Luego, la nada: casi una década, los 90, vivida en Segunda B, en la que el club volvió a estar a punto de desaparecer. Se regresó a la división de plata en 1999 y ahí seguimos hasta hoy, con años mejores y peores, con aquella temporada, hace dos años, en la que un único gol nos privó de ascender.

90 años dan para mucho, domingo tras domingo. Los últimos quizás hayan sido más amargos que dulces, pero habrá tiempo para nuevas alegrías.  De momento, estamos en el buen camino.

sábado, 5 de enero de 2013

meanwhile in argentina 3: la guerra de los medios

Todos soñamos con ganar; la mayoría, con ganar absolutamente. Pero una vez en la soledad del poder, aunque parezca contradictorio, uno tiende a echar de menos la sensación de tener un rival a la altura al que enfrentarse. Le pasa, por ejemplo, a Cristina Fernández. Con el aval del 54% de los votos en las últimas presidenciales, mayoría en Diputados y Senado, la oposición atomizada y sin un líder claro y el Partido Justicialista encolumnado tras ella, la presidenta tiene pocos rivales a su altura en el ámbito político institucionalizado. De vez en cuando suenan nombres como Macri o De la Sota, pero la única verdadera amenaza al poder cristinista en ese sentido es la imposibilidad de una nueva reelección si no hay antes una reforma constitucional. El sindicalismo opositor o las varias manifestaciones que llenaron los centros de Buenos Aires y otras ciudades, verdaderas novedades políticas de este año, pese a su gran espectacularidad, tampoco suponen todavía un desafío para Cristina, principalmente porque aún no tienen expresión en la arena electoral. La presidenta, que ha hecho del estilo confrontativo una seña de identidad, estaba necesitada de un rival a su altura y lo encontró en Clarín, el diario más importante del país.

No queda muy claro hasta ahora quién empezó la guerra ni por qué, sobre todo teniendo en cuenta que, hasta 2008, el periódico había tenido excelentes relaciones con los Kirchner. Clarín, en realidad, no sólo había conseguido hacer buenas migas con Néstor y su señora, sino que antes ya había llegado a buenos contactos con Menem, Alfonsín y hasta con los militares: uno no se convierte en el mayor grupo mediático de Argentina sin pactar con Dios y el diablo. Sin embargo, la cosa se empezó a torcer a raíz de la llamada guerra contra el campo, en la que el diario pasó a aliarse con los empresarios agrarios cuando Cristina decidió aumentar la cantidad de las retenciones a las exportaciones de soja. A partir de ese momento se desató un conflicto que dura hasta hoy, en el que Clarín pasó a convertirse en el enemigo número uno del gobierno. La artillería pesada se lanzaría en ambas direcciones: el diario entraría en campaña permanente contra las políticas de Cristina y se convertiría de facto en una especie de líder opositor muy a su manera. Desde el gobierno, por su parte, se empezaría, por ejemplo, a dudar del origen de los hijos adoptados por Ernestina Herrera de Noble (directora del periódico), de los que se sospechaba que habían sido raptados durante la dictadura, pero, sobre todo, como arma principal para arrebatar el enorme poder que atesora Clarín (que incluye varios diarios, incluido el deportivo Olé, emisoras de radio, canales de televisión, servicio de cable), se aprobó en 2009 la llamada ley de medios.

La ley de medios se justificaba, muy inteligentemente, con el hecho de que la todavía vigente legislación sobre el tema data de la dictadura de 1976 (ya saben, el gobierno de Cristina es derechos humanos 100 %) y con el muy loable fin de ganar en una mayor democratización mediática. Claro que, de paso, contenía varios puntos que herían de lleno el poder de Clarín. Principalmente, limitaba la cantidad de licencias de radio y televisión que podía poseer un solo conglomerado. Ello afectaba también a otros grupos, incluidos PRISA, que también posee intereses en el país, pero tocaba sobre todo a Clarín por ser, con diferencia, el grupo mediático más grande.

La ley fue aprobada en 2009, pero Clarín y el resto disfrutaron de un periodo de tres años para desinvertir (eufemismo que equivale a desprenderse de sus licencias) hasta adecuarse a las cantidades propuestas por la nueva legislación. Llegados al 7 de diciembre de 2012, fecha en la que expiraba ese plazo, la mayoría había conseguido reciclarse a la nueva situación (aunque fuera con triquiñuelas como dividir formalmente el susodicho grupo mediático entre distintos socios), salvo Clarín, que decidió presentar batalla legal y protestar por la inconstitucionalidad de la ley de medios. Y, de momento, la cosa queda en empate, lo que no deja de ser una pequeña derrota para el gobierno. El 6 de diciembre, la Cámara Civil y Comercial prorrogó la medida cautelar que deja al grupo tal y como está hasta que no se dé una sentencia definitiva sobre la cuestión. Cristina intentó saltarse el camino habitual para que fuera la Corte Suprema la que se expidiera sobre el tema, pero esta rechazó hacerse cargo del asunto y devolvió la pelota a la Cámara Civil y Comercial, juzgado de segunda instancia, que tendrá que resolver la constitucionalidad o no de la ley. Una vez que se llegue a ese punto, si eso (es decir, si una de las partes apela) será la máxima magistratura quien se deba expedir sobre el futuro del grupo Clarín. Pero hasta entonces, tablas y un largo tiempo hasta la resolución final. Por supuesto, la batalla continuará desde otros cauces y en año electoral (en 2013 hay legislativas) promete ser entretenida.

martes, 11 de diciembre de 2012

seguimos en la nube

Llevamos tantos años de decepciones, tantas negaciones, tantos sueños rotos con nuestro Elche CF que, a pesar de la increíble racha del equipo, seguimos con mucha precaución a la hora de lanzar las campanas al vuelo. El recuerdo de la temporada pasada, cuando llegamos líderes a Navidad tras machacar con un 6-0 al Alcorcón, pero ni siquiera terminamos en puestos de play-off, sigue muy presente. Pero lo cierto es que, lejos de evaporarse el encanto de los primeros partidos, el equipo se ha demostrado jornada tras jornada como un equipo sólido y muy maduro, que, salvo catástrofe, dará guerra y dará que hablar hasta el final.

Ha pasado tiempo desde la última vez que hablamos aquí de la trayectoria de mi equipo. En estas semanas, el equipo de Escribá ha perdido quizás la brillantez de aquellas goleadas y de aquel juego de inicio de temporada, pero a cambio ha demostrado que tiene infinidad de registros y recursos para llevarse partidos complicados. Venció a rivales directos y muy complicados como Alcorcón y Villarreal; ganó en lugares donde nadie antes lo había hecho, como Girona; manejó el uso del balón parado, del contraataque, del pase largo, de la posesión sedante. Y, sobre todo, ha hecho de su defensa un elemento casi imposible de superar, lo que en Segunda (y en cualquier categoría) es la base imprescindible para cualquier proyecto campeón.

Ha pasado tiempo desde la última vez que escribí aquí sobre el Elche, pero en realidad no he dejado de hablar sobre el equipo... Claro, que lo hacía desde Diario Franjiverde, una web que apareció hace pocos meses y que cuenta la actualidad de... bueno, os podéis imaginar de qué trata. Los amigos del Diario me ofrecieron escribir unas palabras de opinión para publicarlas todos los lunes y, de momento, he cumplido con cuatro pequeños artículos. No soy Manuel Jabois ni Enric González, pero me podéis leer aunque sea for the lulz. Hasta ahora, esto es lo que hay:

Veteranos y noveles
Errores no forzados
Madurar
El líder optimista

Foto: Diario Franjiverde.

viernes, 16 de noviembre de 2012

spinning around

Posiblemente, las dos cosas que más disfruto en la vida (Bitter Kas aparte) sean montar en bicicleta y escuchar música (sí, ya sé que quizás echan en falta un tercer elemento, pero esto es un blog para todos los públicos). No resulta extraño que antes o después acabara interesándome por algo, el ciclo indoor (el spinning, el indoor cycling o como uno quiera llamar a esa extraña actividad gimnástica), que unía ambas pasiones. La primera clase debí tomarla hacia 2005, animado por mi madre, y, como ciclista purista que soy, al principio sospechaba enormemente del sentido que podía tener pasarte una hora subido en una bicicleta que no iba a ninguna parte. Y es que, más allá de los beneficios cardiovasculares y todas esas historias, lo realmente apasionante de la bicicleta era esa sensación de libertad que te da, de poder ir al lugar que quieras (si las piernas lo permiten), de creer volar sobre el asfalto con el viento en la cara.

Y no, por supuesto que no tiene nada que ver. Las clases de spinning se dan en un gimnasio cerrado, en un ambiente sudoroso y uno puede llamarse afortunado si las bicicletas no están apiñadas unas contra otras. Pero tiene su encanto... o su efecto placebo. Uno, por tiempo o mal tiempo (especialmente si ese uno vive en la fría Salamanca), no siempre puede salir a la carretera y realmente las sensaciones que se tienen en una de esas bicis estáticas, con su piñón fijo, es bastante similar a la de una de verdad y, si el aparato tiene un mínimo de calidad, las posiciones que se pueden adoptar recuerdan mucho a las que se viven en el asfalto. Si además, la música acompaña mínimanete, la experiencia puede estar bastante bien.

Y así, sin una pasión desbordada, pero con interés fui acercándome al mundillo. Probé clases en muchos lugares (Buenos Aires incluido, por supuesto), vi las diferencias entre profesores, algunos más técnicos, otros más metódicos, otros puramente bestias y hasta fui a algún curso (con la ley en la mano, soy técnico de una tal FEDA). Pero mi curiosidad no dio para buscar trabajo en el tema, aunque sólo fuera como una afición para evadirme de tantos peronistas cabreados unos con otros. Hasta este septiembre, cuando en el gimnasio al que voy desde hace años (en el origen, elegido porque tenían tele desde la que podías ver los partidos de Champions) me propusieron que diera una clase a la semana, ante la falta de más profesores y el hecho de que el pobre que quedaba no daba abasto.

Y dos meses ahí sigo, haciendo de la tarde del martes uno de los momentos más divertidos de la semana. No son clases muy elaboradas, en el sentido de que no siguen un plan de entrenamiento riguroso, con sus microciclos, macrociclones y demás jerga fisiológica, pero sí que siguen ciertos principios básicos en el diseño de las sesiones. Todavía me cuesta enormemente romper la cuarta pared y repartir carisma como caramelos, pero no me falta elegancia en mis maillots y en mi cadencia. Y, sobre todo, lo paso en grande seleccionando la música: porque, por supuesto, se pueden hacer sesiones con The Beatles, The Who y Led Zeppelin.

PD: Todavía no he subido a internet ninguna clase con los temas mezclados (utilizo el famoso en este mundillo MixMeister), ni quizás sirva de mucho (las sesiones tienen mucho de personal y coyuntural), pero podéis encontrar la lista de canciones "en crudo" en mi cuenta de Spotify. Como, por ejemplo, aquí o aquí.

jueves, 11 de octubre de 2012

seriedad y zarpazos

Uno piensa en el Elche de Francisco Escribá y suele compararlo, salvando las distancias, con el Barcelona de Guardiola. La evocación sale rápida posiblemente por el contraste con lo que se venía viendo en el Martínez Valero los últimos: sí, este Elche, en relación al dirigido por Bordalás, disfruta más con el balón, la toca más, combina más, es más alegre, más plástico. Pero no solo. También sabe replegarse, aguantar atrás y salir en estampida, conoce también los registros del fútbol directo, de retroceder un paso para avanzar tres en el movimiento siguiente y de golpear al rival tan sólo un par de veces, pero de forma de demoledora. En ese sentido, este Elche recuerda mucho a aquel Madrid galáctico de Ronaldo, del primer Ronaldo, que nunca llegó a ser un grupo lírico-coral, pero que tenía la pegada de un solysombra cargado.

Al menos eso es lo que demostró el Elche en Anduva ante el Mirandés, un partido en el que ganó 1-2 y en el que se alargó una increíble racha de ocho partidos invicto, siete victorias y un empate: un comienzo que no se había visto en la Segunda división desde la temporada 1996/1997 y que, seguramente, tardaremos mucho en volver a ver. Sin embargo, el juego del equipo estuvo lejos de la brillantez de otras jornadas. Brillantez, que no seriedad y buen trabajo, porque de eso hubo y mucho: el Elche dejó la iniciativa en los primeros minutos a un Mirandés que presionaba fuerte y mordía espoleado por su afición, pero en el minuto 12, un primer zarpazo llevado a cabo por Coro y Xumetra puso el 0-1. Los franjiverdes continuaron el resto del tiempo esperando una nueva oportunidad para salir al galope y rematar a los mirandeses y esta llegó al comienzo de la segunda parte y fue rematada por Pelayo. Parecía que el partido quedaba sentenciado en ese minuto 52 y, de hecho, el Mirandés generó pocos sustos en la portería de Manu pese a contar con la posesión del balón. Sólo al final del encuentro, cuando en el 88 anotó Alain para los castellanos, hubo un cierto miedo en las filas ilicitanas, más por la presión de Anduva (quizás el estadio más británico de la Segunda División) que por un peligro futbolístico real.

No fue el partido más espectacular del Elche, pero sí uno de los más serios, además de permitir continuar con una racha histórica y con el disfrute del liderato. Dejó la mala noticia de la lesión de Carles Gil, que estará parado unas dos semanas, pero unió para la causa del equipo a Pelayo y demostró que el equipo es capaz de salir airoso de campos complicados como el del Mirandés. Que no es poca cosa.

Foto: www.elchecf.es

miércoles, 26 de septiembre de 2012

meanwhile in argentina 2: una noche de protestas

La pasada noche del jueves 13 de septiembre varios miles de argentinos salieron a la calle a protestar. Lo hicieron en varios lugares del país: principalmente, en Rosario, Córdoba y, obviamente, Buenos Aires, en lo que supuso la jornada de protesta más fuerte y multitudinaria de lo que va de año. La consiguiente pregunta ante un acto así sale de forma casi natural: ¿quiénes eran esos miles y qué les movió a salir de sus casas a golpear cacerolas en la calle en medio del invierno austral? A fin de cuentas, en una conurbación de más de diez millones de personas, uno puede llenar la Plaza de Mayo de adherentes a casi cualquier cosa, incluso para pedir la continuidad de Xumetra en el Elche. Y la respuesta al interrogante es a la vez sencilla y realmente compleja.

Sencilla, porque todos los que salieron a protestar lo hicieron contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Pero el problema es que sus coincidencias se reducían prácticamente a eso, lo que, por supuesto, tiene sus consecuencias en el futuro y continuidad de este hecho político. La convocatoria al acto se realizó de forma casi espontánea a través de redes sociales y del boca a boca, sin que mediara ningún partido político opositor ni ninguna asociación civil importante. Quizás nos suene de movilizaciones similares en España... No obstante, la falta de institucionalización de la llamada tiene menos que ver con la desconfianza a la política tradicional (aunque no dejamos de hablar del país que acuñó el que se vayan todos) que con la pulverización de los partidos más allá del peronismo.

Así que la amalgama de la protesta era la negación al kichnerismo, pero esta tiene muchas, infinitas caras y se puede llegar a ella desde diversas fuentes, algunas incluso opuestas. Los hay que acudían contra un estilo político soberbio, que denigra a sus oponentes; los que combaten los flirteos con la idea de re-reelección por parte de Cristina; los que reclaman el fin del cepo para la compra de dólares (ni siquiera en el exterior); los hartos por la inseguridad que no permite salir a la calle ni (lo que es más grave) vivir tranquilo en tu propia casa y no sería raro encontrar en la manifestación a opositores al aumento de casi un 26% de la asignación universal por hijo que muy oportunamente anunció la presidenta justo un día antes (algo que, seguramente, quitaría parte de legitimidad a la protesta). Muchos reclamos, muchas inquietudes, pues, pero todas con un mismo destinatario.

Desde las filas oficialistas, como cabría suponer, se quiso homogeneizar esa diversidad y se buscó hacer de los manifestantes una suerte de representantes de la rica oligarquía derechista siempre ajena del sentir nacional y popular. Para Estela de Carlotto, de Abuelas de Plaza de Mayo, era gente bien vestida.  Juan Manuel Abal Medina (Jefe de Gabinete, no confundir con su padre homónimo) atacó con artillería pesada y puntualizó que eran los mismos que antes acudían a los cuarteles militares cuando algo no estaba a su gusto, a la vez que encontró criticable que los manifestantes ni siquiera pisaran el césped de la Plaza. Casi faltó el paralelismo con la Unión Democrática que se enfrentó al primer Perón y que reunía a casi todo el arco político, derecha incluida y ¡oh, cielos! al pérfido embajador norteamericano.

Y es cierto, uno ve las imágenes y ve ante todo a personas que uno calificaría de clase media. No fue una protesta de hambre, ni la Plaza se llenó de cabecitas negras y descamisados. Pero mal haríamos en reducir todo a un análisis clasista de ricos protestando contra un gobierno que protege a los pobres, por mucho que se empeñen desde las filas kirchneristas en realizar una equivalencia entre clase media, derecha y (más peligroso) golpismo. Hay muchas razones para el cabreo en Argentina, como las hay en España, y no todas pasan por lo económico y muchas pueden expresarse desde posiciones progresistas.

Como demostró Cristiano, se puede ser rico y triste a la vez, y todos esos temores y hartazgos salen a la luz de vez en cuando en jornadas como la de aquel jueves por la noche. Otra cosa es que, como también ocurre en España, la falta de organicidad y su naturaleza heterogénea auguren escasa continuidad a la protesta más allá de la expresión de una cierta disconformidad. No olvidemos tampoco que Cristina ganó hace apenas un año con un aplastante 54% de los votos, que faltan tres largos años para regresar a las urnas (legislativas aparte) y que el kirchnerismo siempre se mostró muy cómodo en un escenario de confrontación y crispación. Casi, casi, como en España...

Foto: El País.

martes, 18 de septiembre de 2012

cinco de cinco

Cinco victorias en los cinco partidos que lleva la temporada. Pleno de puntos. Líder en solitario. Juego atractivo. Da non credere, diría, si tuviera alguna idea de italiano. Y es cierto: ni yo, sempiterno esperanzado del equipo, ni creo que nadie esperaba un comienzo así, perfecto. El Elche de Escribá pulverizó el sábado el buen inicio del año anterior (donde se cosecharon tres victorias) e igualó el mejor arranque del club en Segunda División (que, en su día, significó un ascenso). Nadie recuerda algo así en la ciudad, más que nada porque ese único precedente se sitúa en la temporada 1958/59, hace ya 54 años.

Ha llovido desde entonces, al menos todo lo que permite la rácana meteorología de la cuenca mediterráneo. Aquel era el Elche de César, el que, como dice el himno, en dos años ascendió a Segunda y a Primera. Pero para llegar hasta ahí hubo que trabajar y mucho. El Elche de mediados de los 50 era un club que resurgía de sus cenizas tras una etapa en la que se tocó fondo en el abismo de la Tercera División, con un casi total abandono, al borde de la desaparición. Lo salvó de la muerte la fórmula de la Cooperativa, en la que los propios jugadores gestionaban la marcha del club de forma solidaria, consiguiendo mantener las constantes vitales del equipo. Tras conseguir la estabilización y asegurar la supervivencia del club, se intentó dar un paso más allá: se fichó a César, vieja gloria del Barça, que en sus últimos coletazos como jugador (y sus primeros como entrenador) aún tuvo la fuerza suficiente para devolver a la categoría de plata al equipo y, un año más tarde, en la mencionada temporada 58/59 conseguir el primer ascenso a Primera de la entidad. Un bonito cuento de superación para estos tiempos de crisis.

El Elche actual aún no tiene un relato, pero ya ha conseguido mucho. Señala el técnico Escribá que ahora sólo estamos un poco más cerca de la derrota y no le falta razón. Vendrán tiempos difíciles. Jornadas en los que esa pelota que ahora entra ahora fácilmente no quiera colarse más, riéndose de cualquier sesudo análisis futbolístico. Vendrán también lesiones y bajones físicos en una plantilla que, ojalá no sea cierto, parece depender mucho de ciertas figuras para rendir de forma óptima. Pero eso vendrá más tarde. De momento, lo que queda es la recuperación de la buena imagen mostrada ante el Sporting de Gijón, con esa delantera que es un avispero en la que hombres como Xumetra o Coro aparecen desde cualquier lado. Queda también que no todo pasa por Carles Gil, ausente el sábado por lesión; que hay hombres de recambio, como Mantecón o Palanca; que el equipo puede jugar con registros diferentes (como lo hizo en su primer partido ante el Córdoba) y que, poco a poco, los lesionados, como Powel, van reincorporándose. Toca disfrutar de un gran récord, sabiendo que este camino es muy largo, pero también que hay bastante material en las alforjas para poder recorrerlo.

Foto: La Verdad.

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